Saturday 11 June 2011

En blanco se escriben las cosas

Detestaba el ruido que hacia el agua hirviendo. Siempre lo desesperaba cuando trataba de conciliar el sueno en las mananas, antes de salir a trabajar. El golpe implacable que hacian las chancletas de su vecina lo atormentaba. El golpear de cubiertos y el canto chimbo de una bolsa de plastico sofocaba la ultima parte de las imagenes borrosas de aquellos suenos que nunca nos acordamos. - vieja cabrona! Como jode y no deja dormir…!!! Ojala se muriera esa perra vieja…! Murmuraba debajo de las cobijas. Lo peor estaba por llegar. Cuando la anciana encendia el radio y se escuchaba la fastidiosa voz del locutor Americo Rivero con licencia no me acuerdo el numero. Aleeeerrrrtaaaa Bogoooota, un camionero atropello con su vehiculo a una nina que jugaba en la calle. El conductor huyo de la escena dejando a la pequena Marina debajo de las llantas. Por fortuna, solo le lastimo una pierna pero la nina podria quedar incapacitada. Aleeeeerrrrtaaaaa Bogota, Manuel Marulanda a enviado una carta a la Presidencia..."

Dan, asi le decian a este flaco con nariz aguilena y cabello ondulado, se levanto al fin de la cama mientras se preguntaba porque no se habia muerto ese locutor que desde nino habia estado escuchando cada manana. Como todos los hombres de mundo, hizo lo que a toda mujer le parece un acto asqueroso e intolerable, se rasco los testiculos y luego olio su mano... Rascandose las nalgas fue hasta el bano, saco su amiguillo incondicional y traicionero y lo sacudio con violencia tratando de orinar un pelo rebelde que navegaba silencioso en el mar del inodoro. Se miraba al espejo y miraba con esfuerzo esa muela que le dolia desde hacia anos, pero por miedo al odontologo, no habia ido a que se la sacaran.

Salio del bano y entro a la ducha. Miraba con ternura su invaluable aparato mientras pensaba en las veces que habia echo gritar a sus novias... Que cosa mas rica tienes nene!!! Le decian casi siempre. Dan, cogio el jabon y arranco otro pelo, que no era suyo... Y con asco empezo a sentir como el agua caliente empezaba a rebotar en su cuerpo, enrojeciendo su pecho lampino y motivandolo a retomar ese sueno frustado de ser cantante. Siempre se acordaba de ese molesto vallenato que se aprendio en el viaje que solia hacer desde el Lago Timiza hasta la Carrera 7, donde el colectivo giraba por la once para subir a Germania. Siempre cogia el mismo colectivo y siempre era el mismo conductor quien le recibia el billete arrugado de dos mil y, por ser el primer pasajero, tenia que aguantar la verguenza de levantar la voz en frente de los 20 rostros desconocidos para pedir las vueltas de su billete. En ese colectivo se aprendio el vallenato de Emiliano Zuleta que decia: Un verso bien sutil y dirigido delicado y sensitivo quisiera componer yo... Ese era su viejo ritual de bano. Su propio concierto de vallenato mal cantado, su propia verguenza en su lugar de ritos viejos. Sus amigos no podrian enterarse nunca que aquel guitarrista del grupo "joy - a, homenaje a Ian Curtis" , cantaba vallenatos en la ducha. Hubiese sido una blasfemia para sus seguidores. Los mismos veinte estudiantes del intituto Triangulo que iban a tomar pola los viernes y a pretender que eran rockeros vieja guardia, tarariando en un pesimo ingles las canciones de Joy Division.

El viejo Dan por fin salio de la ducha. Pensaba que estaba en el cielo por la atmosfera celestial que resultaba de un bano de agua caliente. Tenia una rara obsesion con su pequeno amigo. Le gustaba mover las caderas y le encantaba el ruido que producia cuando se estrellaba con sus piernas. Era un ruido parecido al que hacia su vieja bateria de los Mupets Babies, la que lo llevo a ser musico de garaje. Al salir del bano, con la toalla envuelta en su cintura, el cabello escurriendo agua y las tetillas recogidas del frio, se encontro de frente con la anciana que vivia en el cuarto contiguo del inquilinato. Estaba esperando su turno de usar la ducha, como todas las mananas, a la misma hora, desde que se paso a vivir a esa casa.

" Buenos dias dona Irene" saludaba Dan con una sonrisa languida. "Como le va joven" replicaba a su vez dona Irene, que con asco atisbaba el bano lleno de vapor y terminaba su sentencia mananera: "Uy jovencito, trate de banarse con un poquito de aguita fria, vea que tanta agua caliente es mala y ademas le da pereza el resto del dia... Y la proxima vez acomidase a coger un trapito y echele una secadita al bano, eso no se le cae nada por coger el trapero que esta detras de esa puerta y..." el resto no lo escuchaba. Esa senora parecia una maquina de repetir oraciones de madres pulcras. "Siempre me dice lo mismo esta cucha... Que mamera de vieja...!" Pensaba Dan mientras le decia: "Si sumerce, tranquila banese que ahorita mismito voy y lo limpio... Pierda cuidado" La esquivaba y escuchando sus propias chancletas de caucho, corria hasta su cuarto a cambiarse porque ya estaba sobre el tiempo.

Sobre su cama, estaba ese feo uniforme de Carrefour, esa misma camisa blanca que tenia una pequena mancha producida por el sudor mezclado con desodorante. Esa maldita corbata de rayitas y ese pantalon que ya se habia roto en la pretina y a veces las clientes le miraban el color de los calzoncillos. Odiaba su uniforme. Solo los viernes podia vestirse como el queria. Con sus Converse chiviadas, sus jeans rotos y sus camisetas con mensajes tontos: Entrenador de sexo, Mi amigo el de al lado es gay, y esa con letrero distorsionado que rezaba: Mucho sexo produce ceguera.

Esa era su vida. Ya era hora de salir sin desayunar porque en su almacen se podia robar un yogurth y se lo tomaba en la bodega. Tenia que tomar el colectivo amarillito que lo llevaba directo a su trabajo. Hacia frio en las mananas. Sabia que iba temprano porque en el paradero estaba la mujer que jugaba con el celular, quiza por los nervios o por distraer el frio. Quizas porque no llevaba un libro para leer mientras tanto. Tambien estaba la colegiala que siempre llevaba algo nuevo en la mano. Si no era una triste maqueta de plastina con el croquis de Colombia, era una donde estaban cada una de montanas de nuestro pais, o un vaso con un frijol creciendo en una mota de algodon. Tan pronto llegaba el, aparecia un hombre lleno de canas que vestia traje de corbata y bajo el brazo un periodico arrugado abierto en la seccion de noticias internacionales. Ellos eran sus amigos de la manana. Desde que se paso a vivir a esa casa siempre los veia. Alli estaban como si fuesen mensajeros del tiempo que le mostraban que iba a buena hora para su trabajo.

Desde el momento que llegaba, hasta el momento de terminar su jornada, Dan tenia una rara obsesion por la hora. Miraba, no solo el reloj de su muneca, sino que miraba el de su Nokia 1100. Cada cinco minutos miraba la hora. Y empezaba a calcular en su mente cuantas faltaban para que el dia terminara. Se subia al colectivo y se hacia en la silla de la llanta, esa donde sus piernas se recogian como en posicion fetal y donde sabia que iba a caer dormido tan pronto el colectivo saliera del barrio. Sus tres silenciosos companeros se sentaban en las mismas sillas, como si fueran los duenos titulares de cada una de ellas. Dan hacia una mueca parecida a una sonrisa cuando veia al hombre del periodico sentarse en la ultima silla detras de el. Esa era la senal para que el colectivo arrancara la marcha hacia su dia. Su aburrido dia.

Todos esos silenciosos clientes que acudian a su seccion, buscando un refresco para sus almas sucias. "Disculpe, donde puedo encontrar shampoo mata piojos?" "Disculpe, venden aqui ese shampoo anticaspa llamado Denorex?" Disculpe, donde puedo encontrar un quita hongos para los pies?" Una sociedad sucia y descuidada, asi lo podia ver dia tras dia en ese pasillo tedioso donde gracias a su tia Transito, que tenia una palanca con un cajero de Carrefour, Dan pudo entrar para sobrevivir en una ciudad que no lo recibio con mucha fortuna. " Son solo ocho horitas parce, y se larga". Pensaba, agachado, recogiendo cajas repletas de un nuevo shampoo para cabello graso. El reloj marcaba las 7:15 y entre dientes murmuraba una sandez antes de irse corriendo a timbrar tarjeta. No iba a los camerinos a cambiarse de ropa, para que, quien lo iba a mirar con ese uniforme. Daba lo mismo cuando se es invisible en una ciudad de fantasmas.

En la noche, pasaban muchos colectivos que lo llevarian a su casa. Tenia que cocinar algo rapido. El sabia que los hombres son practicos para las cosas de la cocina. Por eso no llevaba almuerzo, para eso compraba en la esquina del mondongo, donde dona Rita, que le hacia unas sopas por tan solo mil pesos "con un trisito de recado". Y por la noche se hacia un chocolate, o algo rapido para ir a la cama y levantarse al dia siguiente a hacer lo mismo que habia venido haciendo por mas de cinco meses.

Al llegar a la casa, sabia que se encontraria con la senora amable, la que era duena de ese horrible inquilinato. Lo recibia con una sonrisa amable mientras le decia: "Ya comio?" A esa hora ella estaba en la cocina, que compartian cuatro de los habitantes de la casa. Dan siempre le respondia con un "Si sumerce, muchas gracias..." Sin embargo, siempre le daba un plato de comida de alguna de esas rarezas que en el momento ella estaba cocinando.

Ese circulo vicioso de rutina ya estaba marcada en su piel. Sabia que no podia escapar, a menos que hiciera algo extraordinario, como aquellos hombres que para el eran leyenda: Ian Curtis o el cantante vallenato del Binomio de Oro que por perro, mataron a tiros y por eso trascendio... Se hizo celebre su virilidad de costeno con mostacho: Rafael Orozco, su idolo en silencio. Lo admiraba y lo admiraria en silencio.

KILLING CUPIDO

(Porque ese triple hijo de puta, merece morir cuando estoy triste)

“! Cambie esa música que lo vuelve mierda…! ” (Palabras de uno de mis amigos entrando sin permiso a mi cuarto)

Esta frente a mí. Acorralado. Le apunto y se siente el frío que hace silbar los peñascos. Esta lleno de sangre por todos lados. Respira hondo y ríe desaforadamente. Me mira y grita: “¿Por qué me quiere matar? ¿Qué le he hecho?”. Yo también sonrío, mas que una sonrisa es una mueca. Apunto con mi revolver directo a su cabeza. Esta acorralado. El risco es el fin del camino. Mi arma hace un “clic” seco. Solo es halar el gatillo y todo terminara aquí. Se habrá ido para siempre. No habrá más sufrimiento. Lo miro por última vez.

“! Hijo de la mismísima perra!” Miro como lentamente se mecen sus cabellos dorados con el viento. Como un suave murmullo de Dios. Veo como tiemblan sus manos fuertes que han tensado miles de veces el arco. Y todo el momento se confabula para escuchar su respiración entrecortada. Tiene miedo. Ríe confuso. Sabe que va a morir. Solo es apretar el gatillo. Mi dedo índice, aprieta suavemente…

(Regreso al pasado por unos instantes)

Estaba demasiado enamorado. No supe cuando paso, pero se que fue por todas sus visitas a mi casa. Y siempre con esas blusas de flores, escotadas y ese raro perfume. Definitivamente eso fue lo que me enamoro. No vi de donde venia la flecha, solo sentí una leve punzada, como cuando me atracaron en Suba Rincón. Sentí algo electrizante y lo primero que vi fue su sonrisa. Ella estaba hermosa ese día. Y tenía esa maldita hebillita que solía usar su hermana gemela… mi antiguo amor. Aunque su ropa nunca le salía, se veía hermosa.

Como un hombre de esta gigantesca y desordenada ciudad, me invento casualidades para probar que el flechazo sea mutuo. Y la llevo a caminar, sin gastarle una gota de agua hasta un feo asadero de pollos. Hemos caminado más de treinta cuadras, y esta clase de restaurantes no es lo ideal para una primera cita. Pero fue un éxito, pues también adoraba chupar los huesos de pollo, como yo. La ciudad es inteligente, y sabe cuando los humanos están teniendo citas; por eso a veces llora, se alegra con el sol, o simplemente se enfría para permitir que los hombres hagamos lo nuestro. Y preciso, ese día, hizo un frío espantoso y esta tonta no llevo chaqueta. La caballerosidad nos ha ensenado a prestar nuestra chaqueta a las mujeres que tienen frío. Pero el virtuosismo de una flecha recién clavada nos dicta: la magia que hay en el ambiente te permite convertirte en chaqueta solo para ella.

(Vuelvo al risco, teniéndolo al frente mío, apuntándole)

“¿Por qué lo hizo? ¿Quién le dijo que me flechara cuando estaba la hermana gemela de la que me hizo sufrir?” El solo sonríe, pues esta viciado con tanto esplendor. Empieza a carcajear como un loco, llevándose un puño a su boca limpiándose la saliva mezclada con sangre y secándose las lagrimas que se le han salido por el miedo del momento. “!solo no se porque…. Jajajajaja… Disfruto hacer eso todo el tiempo y usted es mi victima preferida!”… mi dedo aun esta deslizándose suavemente por el gatillo…

(Mi mente divaga de nuevo… malditos recuerdos)

Era Navidad. Llevábamos tres años del mejor de los amores, el envidiado por muchas mujeres. Algo que hace que uno aprenda a volar sin alas. Algo que hace que uno haga locuras, locuras como pintarle el frente de su casa con poemas escritos en tiza y adornar su salida a coger el bus con pétalos de rosa. Algo que hace que uno se convierta en su apoyo y madrugue a hacerle el desayuno, sabiendo que ella vive en el PUTO SUR… y yo en la extrema lejura. Algo que me hace sin quererlo, escribirle poemas cuando uno sabe que nunca será un Neruda. Eso que me hace contar cuentos de ella, para ella y por ella. Pero en esa Navidad, por primera vez tuve la imagen física de ESE. El rubio de las flechas subido en un tejado. Estaba tomando aguardiente. Porque a veces le da por ser un poco humano y mucho mas cuando le gusta nuestra cultura colombiana. Ella esta en su oficina, yo espero debajo de su ventana con una rosa que compre a un gamin. Al frente de ella esta su jefe, un calvo alto y bien parecido. ESE, está ebrio, y tensa su arco. Como en una especie de cámara lenta, veo como la flecha va en dirección equivocada. Los que se tenían que amar, que estaban en la panadería, nunca lo harán, la que no tenia porque ser flechada, lo es por segunda vez. Ella siente el punzón que sentí cuando la vi por primera vez, siente la electricidad que sentí cuando me atracaron en Suba Rincón, siente el vértigo, siente eso raro. Cierra sus ojos y tan pronto los abre, ve a su jefe…

(Tenemos que hablar… no eres tu, soy yo… perdóname… eres un gran hombre, encontraras una gran mujer… de verdad, la pase muy bien contigo, pero he conocido otro hombre… eres el bus que me sirve, pero me deja a ocho cuadras de mi destino, en cambio él, es como el taxi que me deja al frente… chao… ya sabe donde esta la puerta… Adiós… no me llame mas… se me salio el amor que le tenia…)

Soy de los pocos humanos maldecidos con el don de ver lo inmaterial. No sé cuando comenzó. Solo se que siempre veo cosas. Y desde niño aprendí a no asustarme con ellas. Conozco al Coco en persona. He visto a la Pata Sola y al Mohan. Conozco al monstruo que duerme debajo de mi cama, y he visto a Uñas, aquel ser espantoso que le golpea en la ventana a los niños para asustarlos. Pero el peor de los seres, al mas malvado, es a este que tengo al frente. Al cual he venido persiguiendo por 16 años, dos meses, quince días y doce horas. Mi abuela que es medio bruja me dijo que el ungüento de malpachaca es lo mejor para atrapar uno de estos. Use una prostituta para que se lo untara. Así logre golpearlo con un bate. Por eso tiene la nariz rota… por eso esta ensangrentado. Lo perseguí por varias ciudades, pues la Malpachaca no lo deja ocultar ni moverse como uno de los suyos. Perdió todas sus flechas. Esta con esos pantalones rotos y esa camiseta de microfutbol vieja. Esta acorralado, en el risco a punto de morir. Ríe como un loco, creo que nunca pensó que un humano pudiera hacer esto. Mi revolver esta listo. Mis dedos se resbalan por el gatillo…

Un sonido atronador retumba el espacio. Una bala surca lentamente desde mi arma hasta su ser. El impacto en su frente es profundo. Y veo como cae hasta perderse en lo profundo del barranco.

En ese momento, una luz celestial, ilumina mi humanidad. Una voz ininteligible me dice algo. Siento como de mi espalda brotan unas alas. En mi brazo derecho aparece un arco… y a mi lado una maleta Totto repleta de flechas.

Ahora estoy en frente de todos ustedes. Si no ven el arco, ni las flechas, me importa un soberano culo. Ahora soy el dueño de sus destinos. Cada vez que se me de la gana, los haré enloquecer de eso que me hizo enloquecer. Así no lo crean, o duden de esto, no hay más horrible venganza que verlos morir de amor…