“Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” Tomado de la Biblia. ¿De dónde salió este ser?
“Todos los días deberían ser ocho de Marzo… Pero pailas…” Anónimo.
La primera vez que tuve conciencia de que una mujer, era mujer y merecía ser admirada, fue leyendo una enciclopedia llamada: El mundo de los niños, tomo 14 “Como soy yo”. En el lomo del libro aparece un esqueleto abrazando a un niño. Este libro tenía imágenes muy bonitas sobre la diferencia del niño y de la niña. Y allí entendí por qué de niño me llamaba la atención tanto mi compañerita de pupitre llamada Catalina.
Sólo en la primaria estuve rodeado de niñas. Pero en mi timidez descubría algo importante. A pesar que siempre estuvieran despelucadas y con la falda arrugada, tenían un olor diferente. Los niños olíamos a pasto. Ellas olían a forro de cuaderno nuevo. Y hacían lo que querían con nosotros los niños, como obligarnos a jugar soldadito libertador.
Para mi infortunio en bachillerato estudié sólo con hombres. Bueno, no faltaban los que querían ser las mujeres del curso, pero nunca un marica podrá reemplazar una mujer. Así que tuve la inquietud de fijarme en las únicas mujeres que estaban con nosotros en el salón de clase: Titina, la profesora de Geografía quien llevaba 50 años trabajando en el colegio. La Hitler, la profesora de religión quien tenía una voz suave pero una extraña joroba que salía de su bata blanca y la de inglés, que nos encantaba que cruzara la pierna porque era lo más excitante del momento. Pare de contar.
La falta de mujeres me hizo fijarme en bellezas raras. Como por ejemplo, la vecina que tenía las tetas más grandes de Colombia. O como la hija de vecina con la cual jugábamos a “la tiendita”. Pero siempre de las mujeres me ha impactado algo: El tono de su voz y el olor indiscutible. La suavidad de sus manos y lo jodidas que son.
Debo confesar que me empezó a gustar el rock gracias a una banda liderada por una mujer: Four Non Blondes. Linda Perry cantaba con el alma “What´s up?”. Y eso me impactó. Me di cuenta que la potencia de una mujer no tiene límites. En el rock tienen mucho poder. De ese modo admiré a The Cranberries liderada por Dolores O'Riordan. A Sheryl Crow. A Alanis Morrisette. Que voz la de esas mujeres. Y podría nombrar muchas más.
Se dice que hay mujeres feas. Y vea que no las hay. En mi universidad conocí una chica que era de mal aspecto: Pelo graso, comida entre los dientes y voz de pajarito agripado. Todos decían *Zulma es muy fea. Pero un día, porque la obligaron a arreglarse, llegó a la universidad vestida de sastre. Su cabello lo había mandado alisar. Sus dientes no mostraban rastro de desayuno alguno. Y rematando, olía a un perfume cuyo nombre no me acuerdo. La fea era hermosa. La fealdad en una mujer es proporcional al baño, a lo vanidosa que sea y a cuanto se quiera.
Las mujeres que han pasado por mi vida son pocas. Las que marcan verdaderamente la razón de un hombre. Las que lo enamoran y lo hacen hacer locuras. Hoy no están por ahí, pero están en los escritos. Se pasan de hermosas. Pero llega el momento en que un hombre sólo tiene la oportunidad de tenerlas en forma de letras (maldita sea, siempre que pienso en ellas me pongo en este tono que ya no me gusta, ¿Si ven el efecto de las mujeres en mí?)
La esencia de una mujer es difícil de captar. Debo confesar que soy adicto a las mujeres. Pero sobre todo a las mujeres que tienen talento y carácter. Las que no se dejan. Las que son valientes y son capaces de salir adelante sin ayuda. Las que detienen las miradas en la calle no por lo voluptuosas sino porque son mujeres. Las que saben lo que tienen. Las que son el complemento del hombre.
Un hombre no se realiza totalmente hasta conocer a la mujer de sus sueños. Por eso, muchos vivimos dormidos, esperando que ella, con un beso único, nos despierte para verla en todo su esplendor.
(Sigo durmiendo…)
Feliz día de las mujeres. No les regalaré rosas porque se marchitan. Más bien les regalo mi admiración que no se acaba nunca.
*Zulma: No se me ocurrió otro nombre para ocultar el que era... (¿Se llamaba Zulma?)
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