Why does it take a minute to say hello and forever to
say goodbye? Author Unknown
Uno
quiere que las despedidas sean memorables. Pero a veces caen en el olvido. Eso
es en el caso de ella. En el mío nunca voy a olvidar la despedida más particular
que tuve en mi vida.
1
de Enero de 2010. Un barrio del sur de la capital. De fondo en un televisor
viejo y con mala señal se ve la transmisión de “La Fiesta de los Hogares
Colombianos”. Jorge Barón vestido de blanco sonríe mientras le patea el culo a
un cantante que no tendrá éxito. Estoy en un cuarto del servicio en la casa de
la que hace 8 días fuera mi prometida. Hay muchos libros a mí alrededor pero
estoy seguro que muy pocas personas leen en esa fecha y a esas horas. Hace 7 días me había terminado y por caridad
me dejó pasar ese año nuevo con ella, a manera de últimos momentos. Su familia ya
se había ido a dormir. Me habían mandado al cuarto de la empleada, al
traspatio. Sin embargo desde mi Nokia 1100 le había mandado un mensaje cursi,
empalagoso y perdedor: “¿No quiere venir a hacerme compañía por última vez?”.
Esperé. A los 10 minutos recibí la respuesta: “Ya bajo. Pero no me puedo
demorar”. A manera de chiste del destino escribí: “No te demoraré”. Y esperé.
Cuando
uno está enamorado todas las cosas son diferentes. El tiempo es eterno. Y sólo
escuchaba la felicidad de Jorge Barón porque en mi caso todo era una extraña tristeza
amenizada por los cincuenta de Joselito. Iba a ser un hasta nunca en vida.
Sentí
los pasos. La puerta de ese cuarto se abrió. Y ante mi estaba la que para mí
era la mujer perfecta. Estaba en una antisexy pijama de nubes. De esas que odio
porque no me dejan sentir piernas. Tenía su cabello amarrado con un caucho de
esos baratos. Se acostó a mi lado. Sin dudarlo la besé. El corazón me latía
mucho más que en cualquier otra ocasión. Era con la única mujer que había
tenido sexo en mis 29 años de existencia. Así que me emocioné. Le quité su
saquito y ¡Oh fortuna! No había brassier que me impidiera tocarla directamente.
Ella metió su mano en mi boxer. Yo estaba duro. Como dirían mis primos: Para
partir panela. Mi corazón estaba más acelerado que la última vez que dije que
estaba acelerado. Ella misma se quitó su pantalón y se bajó las tangas. Me subí
encima de ella. Era el momento de penetrarla y lo hice.
Pasó
por mi mente los tres años que había estado con ella. Todos los momentos
bonitos que habíamos vivido. Bueno, exagero. No pasó ni mierda por mi mente
porque ese momento sólo duró… ¡Tres segundos!
-
ups…
-
¿Ya?
-
Si.
-
¿En serio?
-
Si.
-
¡No jodás!
No
dijo nada más. Se subió el pantalón. Se puso su saco y dándome un beso en la
frente salió de la habitación no sin antes decirme: “En la mañana te entrego el
anillo. Vete temprano que vamos a salir con mis papás. Que descanses”.
Seguí
mirando “La fiesta de los hogares colombianos”. Fue la primera vez que vi toda
la transmisión hasta la despedida del programa. Lo cambié al canal Uno para ver
el logo que rebotaba en la pantalla el resto de madrugada. Así concilié el
sueño por poco tiempo. Un sueño rápido.
Ya
había amanecido totalmente. Me entregó el anillo, me dio un beso y me miró
directo a los ojos. Con la mirada le dije que la amaba. Creo que el último
pensamiento que tuvo de mí con la luz del sol de esa mañana del 1 de Enero del
2010 fue: Adiós, precoz.
jajajajajaja.... mejor dicho sin palabras fueron tres segundos de risa:-/
ReplyDeleteNostalgia y risa. Perfecto para este insomnio de domingo.
ReplyDeleteUn heladito de vainilla