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I love you
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I know
(Conversación
entre la princesa Leia y Han Solo antes de que él fuera congelado en carbonita.
Película Star Wars. Episode V. The Empire Strikes Back. 21 de Mayo de 1980)
Soy un
fanático de Star Wars. No tanto como muchos ñoños que no salen a hacer vida y
lo suficiente para disfrutar de las maratones que a veces, cuando uno está sin
novia y desparchado, hace con los hermanos o los amigos.
Star Wars
significa mucho para mí, que vi esta película por primera vez por allá en el
año 1988 en un televisor Toshiba blanco y negro un lunes festivo por la cadena
Uno. No podía ver el color real de los sables de luz pero sabía que Darth Vader
era uno de esos malos que les podían dar pesadillas a los niños de esa época.
Por eso, los treintañeros disfrutamos mucho en Halloween disfrazarnos de este
villano. Podemos ser por un día aquello que temimos alguna vez.
Todos sabíamos
que Luke Skywalker era un héroe como ningún otro. Por eso muchos lo teníamos
plasmado en nuestros cuadernos Norma, que en la parte atrás de eran de color
amarillo. Quería la espada de luz que él tenía. No sé ustedes, pero una vez intenté
hacer una (saberlight) con los materiales que tenía a mi alcance. Forré un palo
de escoba con papel celofán azul, puesto que las espadas azules, deben saberlo,
son de los chicos buenos (Padawan, aprendiz de Jedi). Al ver que no producía el
efecto luminoso que esperaba, le prendí fuego. No se imaginan de noche cómo se
veía eso. Mi propia espada de luz.
Cuando mi papá
me mandaba a hacer mandados trataba de no hacerle caso sólo para recrear una de
las mejores escenas de la saga:
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Mijo, vaya traiga mil de pan
-
No quiero.
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¿Cómo?
-
No quiero
-
¿Usted qué le pasa? ¡Hágame caso!
-
¿Por qué?
-
¡Porque soy su padre!
-
¡Noooooooo!
En esa época
nos impresionó mucho saber que la
tecnología podría llegar tan lejos. Naves espaciales, estrellas de la muerte, llamadas holográficas.
Lo único que si me decepcionó fue llegar a saber que R2D2 (Arturito para los
que no saben) era un enano metido en ese disfraz tan bacano. Aún busco un enano
que quiera disfrazarse igual y porqué no, yo le busco un C3P0 y hacemos una
parranda freak como si estuviéramos en Tatooine (hogar de Anakin y Luke
Skywalker).
Al igual que
muchos ñoños que nos gusta Star Wars, he intentado usar la fuerza para alcanzar
las chanclas, para buscar el control remoto perdido, para despulgar a mi gata,
para subirle la falda a la chica que salga conmigo, para tender la cama, para
sacar abdominales, para cuando he sufrido de estreñimiento, para apartar a la
gente que atesta una estación de Transmilenio, para lavarle la mente al ñero
que me está atracando, para un sinnúmero de cosas que no alcanzo a redactar en
este párrafo. Ojalá se pudiera. Obviamente probaría un poco del lado oscuro de
la fuerza.
Hoy siendo el
día de Star Wars me emociona saber que no me volví tan ñoño. Admito que me
impactó mucho una escena de una película que probablemente no hayan visto “Revenge
of the Nerds. 1984” donde el protagonista, Lewis
Skolnick, usa una máscara de Darth Vader para aprovecharse de la chica
que le gustaba más, Betty Childs. Gustar de Star Wars no es tan malo después de
todo. A las chicas les gusta algo de esta sapiencia ñoña de la ciencia ficción.
No me resta decirles, May
the fourth be with you.
(Esperamos Star Wars para el 2015)
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